No tengo palabras, todo esto es un disfraz, nada, nadie se libra. Somos el carnaval del Mesías, que brinde el que lo sepa: tu cara en el espejo capicúa con el cielo. Conexión establecida. 42 circuítos de luz a máxima potencia, y a viajar.
Estoy en la estación de Atocha. Una camarera azabache entrada en carnes como le gustan a Mesharet cuida de darme vasos fríos para la cerveza. Gasta un flow a cámara lenta que ni Zidane en sus buenos tiempos. Mesharet es uno que te enseña y quema: calorcito de hoguera, un amo en toda regla.
Dos veces he contado mi vida: una, pensaron que era ficción; la otra, en fin de la otra no hablo porque no tengo palabras si no son para bien. Bien de ustedes; el mío está servido en bandeja de plata y cucharitas de oro. Es la magia del escritor aparte. Me tomo dos birras con el gato en el cajetín aquí al lado y me salto las comas porque sí; porque dan el ritmo que necesita la azabache entrada en carnes y la aprendiz del 8, que es otra. Espero no perder el tren con tanto baile. Ni siquiera se lo he dicho a Rata de Alcantarilla. Cada vez tengo menos ganas de contar nada. ¿Han intentado hablar sin contar su vida? El mundo un disfraz de D_os y es muy bello; tú, es una ilusión. Por Atocha las personas andan al toque de la radio y no lo saben, igual que las ideas. Radio Entendimiento, creando desde la nada 24h al día, sintoniza y estás muerto, es un buen modo de andar por la vida: Libre. Lo mismo da que la pillen o no, la onda; nosotros emitimos.
Sigo viaje, el mundo ha enloquecido: ¡larga vida!
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