CANÍCULA Y LA JAURÍA
- Jaim Royo
- 11 ago
- 2 Min. de lectura

La desgana lenta de una calle asoleada, la fiaca que se para en el vano de una puerta abierta y silenciosa, la hamaca de la que cuelga un brazo y una pierna, los pies polvorientos de un joven buscándose, cuando la Literatura aún era cosa de belleza, cuando el escritor podía detenerse a beber tequila y le prestaba a sus bolígrafos divagaciones que aún interesaban, cuando había lectores. Ahora ya no hay lectores, ahora solo hay género e ideología y no me lees si soy judío, si soy judío ni siquiera me arreglas la lavadora, ni siquieras me haces un presupuesto para arreglar el cuarto de calderas, si soy judío me gritas por la calle "Free Palestine asesino de niños, judío, vete de mi país" o pides un cuchillo en la cafetería como aquel que me gritó desde la otra acera la mañana de mi mal humor y se armó de histeria contra mi resistencia pasiva, a lo Ghandi. Pero hubo un tiempo en el que los lectores leían a los escritores sin importarles el género, la ideología y mucho menos su religión. Luego vino la Nueva Normalidad y España convirtiéndose poco a poco en China, España traicionando a la U.E., peor aún, levantándose la falda para llevársela al huerto de la hoz y el martillo. Ahora, sin embargo, la canícula, la desgana que marca el termómetro, la pereza, tiene a toda la jauría de montañita y playa, de birra, de ligues, de si a caso un estado de whatsapp, que es fácil y pueden hacerlo desde la toalla. Así se salva la Humanidad del enemigo judío, gafas de sol y un clic; después voy a la orilla y me enciendo un canuto. El Free Fighter. El Heil Hitler de nuevo cuño. El que te echa del restaurante. El que no te deja participar en un campeonato de surf porque eres un sionista de mierda. Sol. Verano. La chica de la camiseta de tirantes. El bar del pueblo. La resaca que se cura a golpe de verbenas. Paisajes. Las Perseidas.
En Septiembre volverá la jauría. Volverá morenita luciendo sus tatoos, la marca de la bestia, y saldrá a llenar las calles de gritos y violencia, más gritos y más odio y más violencia, los gritos y la violencia y el odio a sus propias frustraciones, a sus rencores, a sus penas ahora reabiertas tras el paréntesis onírico del estío, proyectadas hacia un mismo y único causante. No importá quién, ni qué piensa o cree o hace o a qué se dedica: El judío.
Bravo Jaime. Espero que estés muy bien.