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ESPAÑA EN EL FRENOPÁTICO

  • Foto del escritor: Jaim Royo
    Jaim Royo
  • 25 ago
  • 2 Min. de lectura

Loco furioso, Francisco de Goya y Lucientes. Cuaderno G, Burdeos 1824-1828.
Loco furioso, Francisco de Goya y Lucientes. Cuaderno G, Burdeos 1824-1828.

Mientras se nos quemaban cerca de 400.000 hectáreas de bosque, aldeas y urbanizaciones, mientras los perjudicados lloraban de impotencia y rabia, y los pastores de frustración porque nadie les escucha, nuestra clase política ha dedicado sus esfuerzos a denigrar al otro intercambiando acusaciones de a ver quien estaba más bronceado, pasaba las vacaciones dónde, bailando qué, tomando qué tipo de preparados espiritosos y acompañado por quién y cuántas mujeres. En eso ha consistido el argumentario sobre qué medidas tomar para evitar la devastación del fuego y cómo se puede, en cierta mínima manera, resarcir los bestiales daños a las personas y al campo. Casi tan desolador como los bosques ardiendo han sido las comparecencias públicas de ustedes.

Ya dejen de pelear, señores, que morenos están todos, empezando por el Presidente del Gobierno, que lleva un mes en Lanzarote y apareció para decir no se qué vainas de un pacto de Estado al que nadie le va a hacer caso por la sencilla razón de que él mismo ha desmembrado al Estado con la dedicación de un sádico frío y compulsivo. No hay debate sano ni productivo [¡qué tiempos los de La Clave y Balbín!], nadie escucha, no existe posibilidad de consenso, ha convertido usted España en una refriega de verduleras, cuando no en un frenopático descontrolado en donde lo que menos importa es la realidad. Presidente, ha sido patético observarle haciéndose el estudioso en su improvisado despacho con vistas al mar (eso sí,convenientemente ocultas) simulando tomar notas y asintiendo como el alumno que no tiene ni papa de lo que está oyendo pero quiere engañarnos; ha sido tan asombroso como descorazonador observar sus gestos de aburrido y en la inopia cuando lo institucional relegaba su papel al segundo plano; y sigue dando vergüenza ajena observar sus morritos de selfie en los momentos más inapropiados.

Lo primero que debiera hacer es escuchar a la gente de campo en vez de al espejo y a sus miles de asesores y funcionarios de asiento y teclado que no saben lo que es un cortafuegos, creen que limpiar el monte es retirar latas de cocacola y consideran que los protocolos de aula y salón están por encima de la eficacia extintora. Los fuegos se empiezan a apagar en invierno, trabajando los montes, señor Presidente de las Altas Torres y todas las Guindaleras, pero al incendio que va a devorarle a usted no le libra ni la bruja que lo ató con esa pulsera roja al destino inexorable que le aguarda.



 
 
 

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