ME GUSTA SER UNA ZORRA
- Jaim Royo
- 24 abr
- 2 Min. de lectura
Eso decían Las Vulpes en 1983, pero la frase que me hace relamer... está escrita en la primera estrofa del mítico tema, versos tres y cuatro. Viene a cuento del estado de deterioro, pringamiento, sumisión y patetismo y, en concreto aunque también en general del país entero, de la industria cultural española. Ya nada es de verdad y cualquier tema hay que contarlo con guantes antisépticos y mascarilla no sea que ofendas a alguien, probablemente un alguien de esos mismos que defienden a las minorías todas y las que sean, no importa, que pare eso las hemos colectivizado en un rebaño global. Magia potagia. Vótame, enano mental, y te haré reina en un jardín de imbecilidad supina en el que las cajas de regalo son preciosas y el contenido no existe. Yo era más de admirar a Mink DeVille, luego Willy, que por fuera mataba y por dentro era un amor. Soy más de que me den por finiquitado y muerto y aparecerme a los devotos del falso resucitado con una frase axiomática: estoy haciendo no se qué sin saber cómo; pero funciona. Vendidos a la agenda del insectívoro que condena las balas y las compra a discreción, los editores de los grandes grupos se dedican a publicar folletines y novelitas de magnífica trama tan vacías como las cajas maravillosas de cada artefacto dialéctico-político con el que nos juegan a engañar desde la opereta del 2020. Y aquí estamos y seguimos, los mismos inalterados e inalterables escritores auténticos, llenos de fama y mala baba, dispuestos a recordarte, oh, esclavo editor de tus jefes esclavos, oh, lector de libritos con portadas jolibudienses, que LA LITERATURA EXISTE. Cierro círculo con los versos tres y cuatro de Me gusta ser una zorra, aquel mítico tema de Vulpes:
"Permíteme que te de mi opinión
Mira, imbécil, que te den por culo."

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