PEDRO, ERES EL PRÓXIMO.
- Jaim Royo
- 12 jun
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Todavía no ha terminado, Excelencia. El monstruo que acecha en la sombra, se relame. No fue buena idea declararse, posicionarse y erigirse en estandarte. Ni siquiera tenía usted convicciones, toda su maquinaria de control sobre los resortes del Estado eran el modo de ir tapando la basura que puede llevarle a ser el primer Presidente del Gobierno de España que acaba en la cárcel. Usted ha ido aupándose a sí mismo en volandas por y sobre las instituciones, maniatándolas, censurándolas y forzándolas porque sabía que debajo había un historial delictivo de primera magnitud, desde el principio, cuando sus cofrades metían en las urnas los votos que le faltaban para hacerse el jefe de la banda. Usted se ha eregido en dictador por inercia, para ir tapando. Y de pronto, le gustó; de pronto se sonrió en el espejo y pensó, ¡ay, iluso!, que su poder, sus trajes, sus maneras, sus anchas espaldas, sus embustes, sus tretas, su malicia, su jeta eran más que suficientes y que no pasaba nada, que estaba usted por encima de todo y de todos, que era el más listo y la Historia le pertenecía. Le cogió gusto al poder absoluto y lo ejecutó en primera persona, altiva y decorosa, solo corriendo cuando su integridad corrío riesgo en Paiporta. Debería hacer más caso a los signos del destino; si bien, ahora entendemos porqué tenía pánico al barro.
Y lo sabe, ¿verdad?: aún queda material informativo.
¿En qué cumbre de los Océanos se ocultará ahora? ¿Qué nueva cumbre climática de Azerbaián dará brisa a sus hedores? ¿O aún aspira a una última jugada? A ese atroz movimiento, tan psicótico como apoteósico, que usted, en su demencia, considera plausible y solo nos permitirá asistir, en directo, al derrumbe bestial de su soberbia.
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